Cuenta la biografía de Félix Rodríguez de la Fuente que, al nacer el 14 de marzo de 1928, sus padres lo acomodaron en una habitación bajo el alero del tejado y que en sus primeros meses de vida tuvo como sonajero "las bandadas de los rapidísimos y oscuros vencejos que pasaban lamiendo las paredes de yeso de las casas de Poza de la Sal".
Durante sus primeros cinco meses de vida, estas pequeñas pero fascinantes aves estuvieron moldeando el cerebro del pequeño Félix y despertando su curiosidad por el mundo natural y sobre todo por sus enigmas, pues después de esos primeros meses, los escándalosos bandos de vencejos desaparecieron de los cielos.
Quizás sea la casualidad, o haber sido uno de esos millones de niños que nos quedábamos boquiabiertos con simplemente escuchar la sintonía de "El hombre y la tierra" (y que nos dimos de bruces con aquello que llamaban muerte llorando a Félix como la primera pérdida de uno de la familia), pero la realidad es que en mi mente también tengo grabada esa escena de niño y que mis primeros recuerdos, junto al ventanal de cristal que había en la cocina del piso 2º de la calle Zamora en la que nací, también tienen la sinfonía del arrullo de las bandadas de vencejos que pasaban una y otra vez como una exhalación sobre el corralón que se veía desde nuestra ventana, esos mismos vencejos que criaban en los tejados de aquellas antiguas casas de los primeros años de los 70 que lucían encaladas*.
* Hay otros recuerdos entrañables de aquellos primeros años de vida en aquel piso que mama tenía como los chorros del oro, con el suelo rojizo de la cera que le echaba y los trapos que llevábamos en los pies, a modo de raquetas de nieve, para sacarle brillo. En la cocina había una caja grande de cartón con gorriones que mis hermanos mayores criaban y eran épicas las partidas de fútbol que jugábamos con las chapas de refrescos en el campo pintado a boli en el hule de la tabla que cubría la pila).
Sea como fuere, la llegada de la primavera resulta especial cuando los ejércitos de los mejores y más bellos insecticidas jamás creados van llegando a nuestros cielos, aviones comunes, golondrinas y vencejos.
Para quienes tenemos esta sensibilidad más agudizada, se nos llena el corazón de alegría al verlos volar por nuestros campos y pueblos durante los meses de primavera y verano, echándolos en falta en los fríos días de invierno durante el cuál los cielos se quedan huérfanos de actividad.
Eso sí, para un aprendiz de fotógrafo al reto más importante que uno se enfrenta es tener fotografías de vencejos. Resulta más o menos fácil trincar una golondrina en su percha canturreando o pillar a los incansables aviones comunes yendo y viniendo para reconstruir sus nidos o alimentar a sus crías.
Avión común (Delichon urbicum) |
Golondrina común (Hirundo rustica) |
Golondrina común (Hirundo rustica) |
Golondrina común (Hirundo rustica) |
Golondrina común (Hirundo rustica) |
Golondrina dáurica (Cecropis daurica) |
Golondrina dáurica (Cecropis daurica) |
Pero trincar a los vencejos es otra historia... pues su morfología y costumbres la convierten en una especie con hábitos netamente aéreos y ya cuesta trabajo simplemente seguirlos con la vista... nos podemos imaginar lo que es encuadrarlos, enfocarlos y fotografiarlos, son auténticos misiles que además tienen un vuelo muy errático y haciendo acrobacias para más inri. Más difícil aún para un neófito en fotografía como el que suscribe.
Llevaba ya varios años barruntando cómo y dónde trincarlos y la posibilidad más factible era cogerlos al entrar o salir de un nido, pero con la dificultad de que no fuera un nido muy alto y, quizás, pedir el favor a algún vecino a la que su ventana estuviera bien orientada, que gentilmente me dejara entrar en su casa y... complicado ¿verdad?
En este polinomio de grado 8, entra en juego Ara Plaza. Ya había contactado con ella el año pasado y me enseñó el tinglao que tenía montado en su casa para la ardua labor que como voluntaria hace de criar vencejos y aviones, principalmente. La relación quedó ahí, en stand by, hasta que Ara Plaza, con la gracia y espontaneidad que la caracteriza, se hizo viral gracias a un vídeo que grabó sobre los aviones comunes y la problemática de sus nidos en los edificios.
La verdad sea dicha que cuando me llegó me hizo mucha gracia y lo guardé, pero no la reconocí. Cuando lo compartí con mis amigos, pues el mensaje era importante que se difundiera, tuvo muy buena acogida y hasta Diego y Lian, los mellizos, hicieron su propia versión del vídeo... para comérselos. Desde entonces, para ellos, soy el "Amigo de los pájaros".
Cuando en este año, las calores insoportables de finales de junio provocaron la caída de muchas crías de vencejos y aviones comunes, la casualidad quiso que Diego y Lian encontraran en el suelo un avión común y, claro, me preguntaron qué ave era y qué se le daba de comer#.
# Aprovecho para hacer un inciso, en el caso de aviones comunes, golondrinas y vencejos, siempre que nos encontremos una de estas aves en el suelo hay que cogerlas, nunca lanzarlas al aire pues estarán en shock por el golpe de calor y, como mucho, darles agua con una jeringa en la puntita del pico o con un tapón de botella para que ellas mismas beban, gastando cuidado de que no le entre agua por las narinas, agujeros encima del pico. En este punto debemos buscar ayuda llamando al 112, pues son aves protegidas, y en caso de que nos ignoren buscar ayuda de asociaciones o voluntarios locales. En cuanto a comida, puesto que son aves estrictamente insectívoras, solo hay que darle insectos, nunca pan, magdalenas, carne y ni siquiera pasta para insectívoros que venden en algunas tiendas, repetimos nunca se le debe dar pasta para insectívoros. En el caso de otras especies, si la cría está emplumada y no corre peligro, lo mejor es dejarla donde la veamos pues los progenitores se encargarán de atenderla.
En ese momento recordé que tenía el contacto de Ara Plaza y le pedí permiso para darle su teléfono a los mellizos para que le llevaran el avión que habían encontrado. Pocos días después, yendo a trabajar a las 5 de la tarde cuando estaba cayendo una calor insoportable, me encontré a esta criatura en el suelo...
... se le notaba que el animal estaba débil, deshidratado y traté de darle agua gota a gota con la punta de una servilleta mojada. Después contacté con Ara Plaza que, a las pocas horas, pasó por el trabajo y lo recogió.
Y aquí es donde empieza a tener sentido todo este rollo que os estoy contando pues pensé que Ara Plaza era la respuesta a mis oraciones ;-) para poder fotografiar, por fin, a estos aviones a reacción con plumas que surcan nuestros cielos que pueden llegar a alcanzar hasta 160 km/h y que pueden llegar a pasar más de 9 meses volando sin parar, hasta durmiendo en pleno vuelo. Ella cuando termina de criarlos hace sueltas... sería el momento ideal para quedar y trincarlos nada más emprender el vuelo.
Y Ara, tuvo la gentileza de avisarme y pudimos sacar algunas foticos.
Ese día Ara liberó bastantes ejemplares y aunque a algunos les costó un poco más de trabajo, todos salieron volando.
La verdad es que fue una experiencia muy bonita, hasta emocionante, ver como estas pequeñas aves iniciaban su vida adulta y, por primera vez, volaban los tejados de nuestra ciudad... a la que volverán año tras año para sacar adelante nuevas generaciones de vencejos que nos alegrarán la vista a aquellos que "miramos atentamente las aves del cielo", que harán una labor insecticida impagable y, quien sabe, si serán el sonajero de un futuro Félix que nos vuelva a recordar la importancia de cuidar y proteger el medio ambiente, aunque solo sea por egoísmo y no provocar nuestra propia extinción.
He titulado este ENCUENTRO como la segunda parte de Bon voyage pues estas aves insectívoras que nos visitan cada año cuadran perfectamente con el espíritu de este anterior ENCUENTRO, aves estivales o invernales que migran a nuestros campos y que son dignas de admiración, como decía en el anterior ENCUENTRO: "cuando estas hazañas las realizan aves más pequeñas que apenas pesan unos pocos de gramos o incluso delicadas mariposas... es aún más increíble".
Además, le estuve preguntando a Ara sobre el comportamiento de estas aves recién liberadas y me confirmó que, en la mayoría de las ocasiones, después de pasar varios días en el entorno en el que han sido liberadas cogiendo reservas de grasa+, suele migrar a sus cuarteles de invierno en África (Kenia, Tanzania, Malawi y Mozambique) sin esperar a que otros miembros adultos inicien su migración o a que otras crías completen su crecimiento.
+ Edorta Unamuno, del Urdaibai Bird Center, nos comentó en su día que se habían hecho estudios sobre el poder energético de la grasa de las aves y era similar al de la gasolina.
Este comportamiento viene a apoyar lo que decíamos en el anterior ENCUENTRO, que la migración es un comportamiento instintivo y no necesariamente aprendido por experiencias pasadas, más aún en estos casos cuando el proceso de crecimiento del ave es completado por un ser humano.
Os dejo este pequeño artículo del año 1999 que, en su día, me ayudó a admirar aún más a estas pequeñas pero increíbles aves, los vencejos.
https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/101999727.
Por ahora, solo toca esperar a que llegue la próxima primavera y vuelvan a surcar nuestros cielos este gran ejército de aves insectívoras que harán nuestras delicias haciendo quiebros imposibles entre las estrechas calles de nuestra ciudad. Recordemos que si nos encontramos un vencejo en el suelo, está a nuestro alcance, y con poco esfuerzo de nuestra parte, ayudar a un animal desvalido que es una maravilla de la creación.
Salu2 y gracias por pasarte por el blog y leer este ENCUENTRO.
K bonito , k emocionante y k ave más bonita.Menos mal k todavía quedan personas buenas y k recuerdos de la calle Zamora!!!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarUn besazo, preciosa 💎
EliminarEste encuentro me ha emocionado mucho Josema, que pájaros tan maravillosamente instintivo y que hermosas fotos.
ResponderEliminarGracias "amigo de los pájaros"
No sabes cuánto me alegra leer tu comentario. Un placer saber que las emociones son compartidas.
EliminarPrecioso artículo Josema, me ha emocionado y me ha traído muchos recuerdos de todas esas tardes de verano mirando al cielo "embobado", admirando el increíble vuelo de una de las aves más fascinantes que conozco. Y las fotos una pasada, como siempre. Gracias, sigue así.
ResponderEliminarMuchas gracias Jonan por tu comentario. Estaría bien compartir un cafelito mientras me cuentas tus vivencias... seguro que hayamos inspiración para otro ENCUENTRO. Lo dejamos como tarea pendiente.
EliminarAdoro los vencejos, los espero cada primavera para verlos entrar y salir de los nidos del patio de mi edificio. Y en los meses de junio y julio hago guardia para recoger a sus pollitos cuando caen, es mi primera tarea por las mañanas.
ResponderEliminarMuy bonito artículo y una suerte conocer a Ara, enhorabuena a los dos.
Muchas gracias Sonia, eres una crack!! Ara Plaza y los voluntarios que hacéis su misma labor os debéis llevar todo el mérito.
Eliminar...y ya falta menos para que vuelvan :)
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