En mi anterior ENCUENTRO, informé que el mes de junio había sido muy fructífero y esta ENTRADA da buena fe de ello, ENCUENTRO dedicado principalmente a las aves urbanas, a nuestras vecinas.
Como se recoge en "Datos personales" en la portada del blog, hay vivencias, personas, acontecimientos y, por qué no, libros que conforman nuestra personalidad y lo que somos hoy. En el ENCUENTRO que nos ocupa, esta colección de libros y en particular "Las aves urbanas" de Ramón Diaz e Iñaki Diez del año 1985, que cayó en mis manos por aquella época en la que era niño y peinaba flequillo; fue el culpable de que cambiara mi relación con las distintas formas de vida que nos rodean a diario y que iniciara en mi interior el interés por las aves, pues son seres maravillosos, de mil formas y colores y de los más fáciles de observar y disfrutar.
Los primeros recuerdos que tengo de niño, en la calle Zamora donde nací, están ligados a las aves y a mis hermanos mayores con los que existe un hueco generacional suficiente para que cuando yo empezaba a darme cuenta del mundo, ellos ya lo vivían, salían con sus amigos a la calle (porque antes los niños jugábamos en la calle después de terminar el colegio) e iban teniendo sus aficiones, unas confesables y otras no tanto. ;-)
Una de las confesables eran coger pájaros de la calle, gorriones en su mayoría, y criarlos en una caja grande, de esas en las que se transportaban los cartones de huevos; gorriones tan míticos como "Felipe el bello", "Koyak", etc... que revoloteaban en la gran cocina que tenía el piso y se posaban en las cortinas que la separaban del comedor. Recuerdo una de las veces que mi querida madre se hartó de ellos y los tiró por la ventana de la cocina, todos salieron volando dando una enorme vuelta al corralón que había junto a nuestro bloque y volvieron a posarse en la ventana de la cocina, pidiendo permiso para volver a entrar a "su casa". Obviamente, volvieron a entrar.
Con estos mimbres fui creciendo pero no fue hasta que este libro cayó en mis manos que empecé a observar de forma distinta los seres vivos que conviven con nosotros, como las salamanquesas que correteaban por la pared trasera de Las Filipensas que daba a mi calle y que estaba iluminada por una triste bombilla; a distinguir cuando iba a ver a mis tías en los pisos de la Virgen de Araceli los aviones comunes que en la época de verano iban y venían a sus nidos de barro en un trajín infinito y que, a pesar de la altura, nos entreteníamos en romperlos con las lastiqueras (todos tenemos un pasado); tengo el recuerdo de que los "mayores" me miraban con caras raras cuando les decía que esos pájaros no eran golondrinas sino aviones, pues lo había aprendido en el libro que nos ocupa;
...empecé a quedarme embobado cuando en las eras que habían camino a Las Fontanillas veía a los cernícalos suspenderse en el cielo antes de tirarse en picado para llevarse entre sus garras la presa de turno y a disfrutar de los pequeños y vistosos mochuelos que maullaban desde sus oteaderos. Esto era lo máximo a lo que un niño podría aspirar a ver en lo que era el pueblo que crecía.
Todo esto, ha vuelto a mi mente en forma de flashes cuando, a principios de mes, tuve la oportunidad de participar en una Salida Urbana Ornitológica, actividad que organizaba el Excmo. Ayuntamiento de Lucena y la Asociación ENEA. Disfruté mucho de la salida aunque el nivel era muy básico, pues pude compartir impresiones con otros y darme cuenta que aún yo, que tanto me gustan los animales y tan pendiente voy siempre de todo bicho que se mueve, no miro hacia nuestros cielos todo lo que debería.
Por ejemplo, hace ya años que los cernícalos no crían en la "Capillita", desde que la restauraron, pero me quedé impactado al enterarme que el año pasado criaron en una ventana de la Iglesia del Carmen, a pesar de las obras que hubo en esa misma zona, y que este año se han traslado a un pisito céntrico más mono, con vistas al Paseo del Coso.
Era llamativo como el pequeño corro que formábamos los participantes de esta actividad escuchando las explicaciones que se nos daban, parecíamos "bichos raros" entre tanta gente sentada en los bancos del Coso que nos miraban diciendo: "¿y estos qué hacen?", sin que ninguno de ellos reparara en la frenética actividad que había sobre sus cabezas entre palomas, gorriones, estorninos, el centelleante y quebrado vuelo de los vencejos y el pausado planeo de los cernícalos alrededor del Castillo mientras buscaban su próxima víctima.
Es cierto, como dice el libro "Las aves urbanas" que las ciudades se han convertido en "sinónimos de aislamiento, insolidaridad, prisas y nubes de humo" mientras tenemos conviviendo a decenas de especies de aves y otros muchos seres vivos que forman pequeños ecosistemas en nuestros pueblos y ciudades que pasan totalmente desapercibidos... y en muchos casos es lo mejor que les puede pasar, que no reparemos en ellos.
Estos seres tienen, entre otras, la misión de recordarnos que también nosotros somos naturaleza y cuántas cosas podríamos aprender del estudio y observación de las aves, valores para enseñar a nuestros hijos como respeto, tolerancia y convivencia, valores que nos deberían de acompañar en todas nuestras relaciones, también en nuestra relación con el entorno en que vivimos.
Muchas aves, afortunadamente, han cambiado sus inaccesibles cortados, eras o matorrales por puentes, setos de jardines y aleros de edificios, y han encontrado la fórmula para colonizar nuestros dominios y sacar adelante a sus crías, como por ejemplo los estorninos. En la ciudad, estas especies encuentran comida, agua y en los meses de invierno varios grados más de temperatura en comparación con ambientes más rurales.
Dignas de ver son las golondrinas y aviones aprovechando cualquier charco para reponer con barro los desperfectos de su nidos o terminar de completarlos. La confección del nido les suele llevar alrededor de una semana de idas y venidas con barro y material vegetal en sus picos.
Además de las diferencias morfológicas entre aviones y golondrinas (tamaño, forma de la cola de dos puntas en la golondrina, color de la garganta roja en la golondrina, etc...), también podemos ver diferencias en la forma de sus nidos. Aunque ambos son de barro, en forma de cazo, las golondrinas dejan el nido abierto por completo en su parte superior y los aviones lo cierran salvo por un orificio que dejan para entrar y salir.
En las dos siguientes imágenes se pueden comparar los distintos nidos...
Incapaz ha sido el hombre de diseñar y fabricar un insecticida más efectivo, inocuo y bello. Nos dieron una estadística hecha en Barcelona donde llevan a cabo un proyecto de seguimiento de los nidos de avión común, un proyecto en el que colaboran los ciudadanos con sus observaciones y calcularon, en vista de la población de golondrinas, aviones y vencejos, la cantidad de miles de kilos de insectos que cada temporada consumen, increíble.
Cierto es que las fotos de este ENCUENTRO son de especies muy comunes y sin el caché que tienen, por ejemplo, las fotos del último ENCUENTRO de una especie tan emblemática como el Águila Real. Como tantos niños de la épcoa, uno se crió viendo reportajes de Félix Rodríguez de la Fuente o de Miguel de la Cuadra Salcedo con sus extraordinarios viajes a los confines del mundo donde nos enseñaban sus aventuras y muchas especies exóticas.
Pero eso puede transmitir la idea que para desarrollar el amor por el mundo natural uno debe emular esas hazañas a lugares tan lejanos. Nada más lejos de la realidad, razón por la cuál este ENCUENTRO dedicado a las aves urbanas, las más cercanas y comunes, muestra el convencimiento de que todo naturalista se forja en la observación de lo inmediato. Cuando llegamos a valorar y disfrutamos de lo más cercano estamos listos para paladear en su justa medida aquellas especies menos comunes y más espectaculares.
Por esto, fotos de especies tan modestas como las de este ENCUENTRO, deben ser el inicio... el inicio de valorar, admirar y respetar.
Además, no pensemos que por comunes estas especies no necesitan nuestra protección. Hay muchas voces que ya están alertando del descenso de los gorriones comunes y, por ejemplo, la golondrina común fue Ave del Año 2014 para SEO Birdlife, pues en una década su población ha descendido, ¡nada menos que un 30%!
Ojalá estas reflexiones conectadas con la niñez vivida sirvan como decía el libro "Las aves urbanas" en su Prólogo para "que los seres humanos seamos conscientes de que nuestras ciudades y pueblos deben ser lugares habitables [y amables] para todo el mundo de lo Vivo y sepamos mirarlos con respeto y admiración, de tú a tú, sin falsos sentimientos de superioridad, y tratarlos con se merecen, como otros más que nos acompañan en esta misteriosa y, por lo general, hermosa aventura que es la VIDA".
Dedicado con cariño a mis hermanos "los grandes": Manolo, Rafa y Pako.
Salu2 a todos.
Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar. Antonio Machado.
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martes, 28 de junio de 2016
Las aves urbanas
Etiquetas:
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K bonito y emotivo,
ResponderEliminarGracias fea, me alegro mucho que te guste.
EliminarHermoso post que nos recuerda que las aves, las más cercanas como las q nos enseñas aquí son los "adornos" con los q el Creador de esta hermosa casa quiso hacerla más acogedora para nosotros.
ResponderEliminarGracias por enseñárnosla con más detalle
Gracias Manoly por tu comentario. Tienes mucha razón, la variedad de vida a nuestro alrededor es maravillosa y también refleja el interés del Creador por nuestro bienestar, como dicen el Salmo 104:24.- "¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! Con sabiduría las has hecho todas. La tierra está llena de tus [criaturas]."
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