El primero de los ENCUENTROS que nos ocupa tiene como protagonista a la rapaz por excelencia, al ave que nos viene a la mente cuando hablamos de "águilas", a la más potente de todas las que habitan en la Península, a una criatura de una belleza sorprendente y con una mirada que es capaz de helarte la sangre, el Águila Real (Aquila chrysaetos) cuyo nombre científico significa "águila dorada".
Como la mayoría de las especies salvajes no pasa por un buen momento y se cataloga como especie "casi amenazada" pues se están perdiendo sus hábitats, son envenenadas por desaprensivos y hasta expolian sus nidadas. Cada vez van quedando menos zonas donde la actividad humana siga permitiendo compartir el cielo con esta maravilla de la Creación.
La posibilidad de fotografiar a este ave en un ENCUENTRO fortuito por el mar de olivares donde vivo es prácticamente nula, siendo positivos; por lo que de nuevo hay que recurrir a hides gestionados por empresas que ceban a estos animales hasta lograr que se sientan +/- cómodos. ALPASIN es una de esas empresas, enclavada en plena Sierra Morena, en Adamuz, y que tiene una red de hides y unas posibilidades de fotografiar especies increíbles, además no pilla tan lejos de casa ;-)
Si seguís mi blog ya sabéis que esta es la cuarta vez que escribo una entrada relacionada con Alpasín; he fotografiado con ellos al Martín Pescador y Abejaruco, una sesión de bebedero, el Águila Imperial y me quedaba el último cartucho pues pillé una oferta que ofrecía 4 sesiones a un precio más accesible, pues como dice mi mujer "tengo gustos de rico". En un principio tenía en mente que esta sesión iba a estar dedicada al lince, pero puesto que no me quedé totalmente satisfecho con el Águila Imperial tenía la duda de repetir en ese hide o ya me picó el gusanillo del Águila Real que estaba dando muchas satisfacciones a otros compañeros.
Así que de nuevo con mis bártulos camino a Adamuz con trípode, cámara, baterías, nevera portátil todo muy bien preparado y esperando disfrutar de una productiva sesión de fotografías, siempre teniendo en cuenta que hablamos de animales salvajes en libertad e imprevisibles. Esta vez no hubo que madrugar demasiado y a eso de las diez y poco de la mañana ya me había quedado solo en el hide, en mitad de Sierra Morena... un lujazo.
Agustín ya me había dado indicaciones por donde suele aparecer, pues tiene 3 o 4 posaderos más lejanos que suele usar para otear el terreno y asegurarse que no hay peligro antes de lanzarse a los posaderos ya colocados con comida.
Uno de ellos es el pino que se ve a la derecha. Tampoco hubo que esperar mucho para que apareciera, precisamente en ese pino, y te da un vuelco el corazón al verla.
Me dio la sensación de que el rato que estuvo en el pino me vio, cosa complicada en la oscuridad del hide y con los cristales espía, pero se ve que no le gustó mucho el menú y se fue a otro pino más lejano y tras casi media hora allí, la vi alejarse en el cielo. Me quedé entusiasmado por poder ver un animal tan bello, pero esperanzado en que volviera pronto pues Agustín me dijo que vendrían en varias ocasiones y las tendría por allí un par de horas. Esperaba otra oportunidad para fotografiarlas más de cerca y quizás poder hacer una foto chula cuando se acercaran al posadero aleteando, pues este primer ENCUENTRO me supo a poco, por la distancia, por la calor que en este fin de semana pasado ya hemos rondado los 40 ºC y porque la luz ya era demasiado dura.
Desde las doce y poco, empezaron a pasar las horas y a hacerse insufribles pues la actividad fue totalmente nula. Menos mal que el hide es grande, cómodo y había una corriente de aire muy agradable; la verdad es que dentro del hide no se percibían tantos grados. No fue sino hasta las cinco de la tarde que me dí cuenta de que el conejo muerto se movía, parecía tener espasmos, "será de la calor que está pasando", pensé yo... pero no era así, había entrado en escena otro personaje y me pude entretener un rato con este lagarto ocelado que apareció en el posadero de piedra y que trataba de hincarle el diente.
Yo le veía cara de feliz, como dando gracias al cielo por aquella pieza que no sabía muy bien como había llegado hasta allí. Eso sí, la pieza le venía un poco grande; ja, ja, ja
Todo ese rato que estuvo el lagarto de acá para allá no quitaba ojo del cielo, pues en alguna ocasión apareció en la lejanía la Real y los lagartos también figuran entre su menú.
Hubo un momento en que una Real llegó directamente a uno de los posaderos con los conejos, pero es que no llegó ni a plegar las alas, conforme llegó volvió a levantar el vuelo. Parecía como si algo la hubiera asustado y volví a pensar que el problema era que me veían... pero era imposible. Agustín estuvo todo el día interesándose por el progreso de la sesión y ya me animó cuando me dijo que no me preocupara, que las águilas volverían y que en esta época solían entrar hasta las 9 de la tarde.
Por un lado me consolé, pues pensé que todavía tenía 4 horas más de hide con posibilidades de fotografiar a un Águila Real, nada menos; pero también temía estar doce horas allí metido y venirme para casa con las ganas de hacer una foto decente. Eso sí, tuve casi todo el día la melodía infinita de una cogujada común que no paraba de cantar desde unas rocas detrás del hide y a eso de las seis y media de la tarde, la pareja, como siempre cada uno por su lado, me dieron la oportunidad de afotarlas, pues estaba dispuesto a hacerle una foto hasta a los hormigos que recorrían el cristal del hide.
La hembra más entretenida en comer...
Cogujada común (Galerida cristata) |
Cogujada común (Galerida cristata) |
En este vídeo podéis verlos en acción...
Eso sí, de las Águilas Reales ni rastro; y daban las siete, las siete y media... y una y otra vez hacía las cuentas hasta las hora límite de las 9 y cada vez quedaban menos posibilidades de hacer una buena foto en uno de los posaderos delante del hide. Además, ya me iba enfadando más porque esos posaderos estaban a 8 metros como mucho de distancia y había unos troncos a 2 metros apenas del cristal y si vinieran las águilas... les podía sacar hasta las legañas. ¡¡Empezaba a desesperarme!!
Y a eso de las 8 de la tarde, cuando Agustín me volvía a preguntar por enésima vez como iba la sesión y yo le contestaba que "nada de nada", volvió al pino de esta mañana el Águila. Ahora el corazón no me dio un vuelco, directamente se me quería salir por la boca.
A estas horas la calor se había aplacado un poco y parece que las fotos salían algo mejor. Estuvo casi 30 minutos en ese maldito pino que ya tenía planes de cortar cuando saliera y en este momento estaba con la adrenalina a tope pues deseaba que diera el paso de posarse junto al solitario conejo y solo iba a tener una oportunidad de hacer una buena foto que me dejara satisfecho tras 12 horas de espera. No podía fallar en el encuadre, ni en la composición de la foto, ni en los parámetros de la cámara; tenía que salir bien a la primera. Pufff, ¡¡qué nervios!!
Por fin, a eso de las 8 y media vino volando sobre el conejo. Ya no intenté hacer piruetas con las fotos, de trincarla con las alas abiertas ni historias, traté de asegurar al menos una foto decente en el posadero.
Tener cerca a un animal así, y más aún cuando conoces su envergadura (230 cm) y puedes percibir su inteligencia, sus escalofriantes garras, su mirada penetrante y la potencia de su cuerpo y alas, no puedes menos que admirar a una auténtica joya natural y al Creador de tan sublime criatura.
A estas horas, el propio palo del posadero proyectaba su sombra sobre el animal
De todos modos, recomiendo recrearse en las fotografías pues el animal es sumamente bello, reparar en esas patas terminadas con una uñas que más parecen cuchillas y le dotan de una capacidad para matar a sus presas impresionante y qué me decís del pico, de la corpulencia de su cabeza. Para hacerse una idea más clara de la envergadura de esta preciosidad, hay que comparar su tamaño con un hombre, por ejemplo en esta imagen de internet donde la tiene en su brazo Félix Rodríguez de la Fuente.
Es escalofriante ver esos ojos penetrantes clavándote la mirada a pocos metros de distancia. Sabía perfectamente que estaba al otro lado del cristal y me miraba diciéndome: "Ojito con lo que haces que te tengo controlado".
Es escalofriante ver esos ojos penetrantes clavándote la mirada a pocos metros de distancia. Sabía perfectamente que estaba al otro lado del cristal y me miraba diciéndome: "Ojito con lo que haces que te tengo controlado".
En pocos minutos, tras merendarse un poco de conejo trató de alzar el vuelo para irse a otro sitio más tranquilo con menos mirones y ¡¡vaya testarazo que le dio al posadero!! Menos mal que Agustín por la mañana había asegurado el conejo al palo con un hilo de pescar muy grueso.
Tuve la suerte de fotografiar la escena tratando de llevarse el conejo y las imágenes no reflejan del todo la tremenda fuerza que tiene este animal en sus garras y en sus alas al alzar el vuelo. ¡Es increíble!
Ya no volvió, se perdió entre la espesura de la Dehesa y así quedó el campo de batalla.
Yo, al menos, me entretuve en relajarme un rato viendo la puesta de sol hasta que llegara Agustín a recogerme.
Eso sí, la sensación del día no era buena y creía que no se habían portado bien conmigo las Reales. Pero ahora, tras dejar varios días enfriar las fotos en la cámara sin mirarlas, al pasarlas al ordenador y verlas con detenimiento puedo decir que este ha sido unos de los ENCUENTROS más espectaculares y emocionantes que he tenido hasta la fecha. Sería magnífico que estas criaturas no nos tuvieran miedo a los seres humanos y poder disfrutar de ellas más plenamente, pero es que nos lo hemos ganado a pulso. Deseo que les vaya muy bien a esa pareja de Águilas Reales en este trocito de paraíso en el que viven y que sus tres crías de este año puedan encontrar una localización parecida donde establecerse.
Salu2.
Me encanta!!!
ResponderEliminarMe alegro mucho, gracias fea!!
ResponderEliminar