Cuenta la biografía de Félix Rodríguez de la Fuente que, al nacer el 14 de marzo de 1928, sus padres lo acomodaron en una habitación bajo el alero del tejado y que en sus primeros meses de vida tuvo como sonajero "las bandadas de los rapidísimos y oscuros vencejos que pasaban lamiendo las paredes de yeso de las casas de Poza de la Sal".
Durante sus primeros cinco meses de vida, estas pequeñas pero fascinantes aves estuvieron moldeando el cerebro del pequeño Félix y despertando su curiosidad por el mundo natural y sobre todo por sus enigmas, pues después de esos primeros meses, los escándalosos bandos de vencejos desaparecieron de los cielos.